imagen tomada de: http://www.ricoeursociety.org/ |
El filósofo y antropólogo
protestante francés Paul Ricoeur nos indica en su trabajo “Ética y Política”
que con el fin de evitar todo enfoque “moralizante” propone hablar de ambas en
términos de intersección, en lugar de precedencia o de subordinación de la una
sobre la otra, en esa intersección se da un espacio compartido, donde además se
ve un tercer circulo que es el de la economía, y su visión nos deja claro que
procede a comparar lo económico con lo ético para así poder especificar lo
político, puesto que en la medida en que lo político suscita problemas y
dificultades propios, que no se pueden reducir a los fenómenos económicos, se
relaciona con lo ético de forma original, propone un gráfico con tres
círculos en intersección con dos y tres
zonas comunes.
En el título I nos dice que lo
político debe ser definido en primer término y antes de ser confrontado con la
ética, en relación con lo económico y lo social, es pues una fundamentación
particular por parte de Ricoeur, ya que
señala que se apoya en Hanna Arendt y Eric Weil de ella toma su obra “La
condición del hombre moderno” y de Weil “La filosofía moral” y “La filosofía
política” asegura que estos autores
tienen en común la noción de que
la esfera económica y social se basa en esencia sobre la lucha organizada
contra la naturaleza, la organización metódica del trabajo y la
racionalización de las relaciones de
producción, circulación y consumo, Ricoeur les coloca en la tradición de lo
económico desde Aristóteles a Hegel, incluyendo a los economistas ingleses
(William Petty, Adam Smith, David Ricardo) y es que para los economistas
clásicos, dice Ricoeur, se define el orden económico como un mecanismo social
abstracto en lugar de una comunidad histórica concreta; es decir, que es una
ley de gravitación universal que opera en China, USA, Colombia y Venus, a lo cual nosotros no podemos sino
pensar que estamos ante una virtud teologal, la fe, no cualquier fe sino en lo
inobjetable, la verdad revelada, el camino cierto al paraíso ubérrimo del
mercado pletórico.
A Ricoeur le parece útil seguir a
Hegel que define lo económico como un mecanismo de necesidades y a Weil quien
reserva el término sociedad para el mecanismo económico y el de comunidad para
los intercambios marcados por la historia de las costumbres y los hábitos.
En el segundo párrafo de la página
363 Ricoeur señala que se puede afirmar que existe un estado moderno cuando hay
una sociedad del trabajo organizado, con vistas a la lucha metódica del hombre
contra la naturaleza, esto supone al hombre imponiendo su racionalidad,
cualquiera que ella sea, a la naturaleza fauve,
frente a natura, humana cultura, la lucha contra la naturaleza en la sociedad
moderna, junto a la primacía dada al cálculo y a la eficacia que según nos
dice Ricoeur tiende a convertirse en lo sagrado de este tiempo y que una
sociedad que se definiera completamente por la economía sería una sociedad
totalmente profana.
Ricoeur nos propone, para comprender
en que se distingue lo político de lo económico, que examinemos como hipótesis
de trabajo, el asumir lo político como una simple variable de lo económico,
siguiendo entonces al marxismo posterior a Marx ya que el autor francés achaca
a esa corriente de pensamiento lo que denomina la “gran laguna” que es no haber
otorgado una finalidad verdaderamente distinta y al mismo tiempo una afectación
específica a lo político, ya que ha sobreestimado el rol de los modos de producción en la evolución de
las sociedades, da por sabido que para la ortodoxia del marxismo las
alienaciones políticas no pueden sino ser reflejo de las alienaciones
económicas, todo la maldad, lo maléfico de la vida en común sólo puede resultar
de la plusvalía o más exactamente de la explotación del trabajo en una perspectiva pura de lucro; Ricoeur
explica que esta reducción de lo político a lo económico (es la economía
estúpido) es responsable del marcado desinterés de los teóricos marxistas por
la problemática específica que surge por el ejercicio del poder ya que esta
problemática está marcada por lo eminentemente político.
Ante la insatisfacción del hombre
moderno sigue a Eric Weil y expone que esto se debe a dos razones: En primer
lugar a que la sociedad que se define únicamente en términos económicos es una
sociedad de lucha, de competencia, donde los individuos se enfrentan sin
arbitraje alguno y esto produce un sentimiento de injusticia, es a la vez
técnicamente racional y humanamente injusto, en segundo lugar el individuo no
encuentra sentido ni a la simple lucha contra la naturaleza ni en la
santificación del cálculo eficaz, es decir que en el trabajo ya no hay el gran
educador para la racionalidad que Hegel y Marx veían (conciencia y sus
distintos estadios).
Es en la comunidad histórica donde la lucha sin cuartel de las sociedades
tecnológicas entra en contradicción y se produce como efecto de esa
contradicción la llamada “privatización de la felicidad” único espacio posible
de realización del yo, lo privado, lo personal, a despecho del espacio público
político.
Gerardo Pérez Herrera
Estudiante del Décimo Primer Período
Escuela de Filosofía de la UCSAR
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Referencias
bibliográficas:
http://www.ricoeursociety.org/
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