martes, 24 de septiembre de 2013

Advertencia






"El pájaro de la noche, búho de Minerva, añejo símbolo de la filosofía, levanta el vuelo, según el ornitólogo Hegel, a la caída del día. Forma oblicua del expresar reflexivo llega con el crepúsculo  vesperal. Esa misma ave era, para los mexicas, signo de muerte, que no está alejado de la visión crepuscular: más bien, la perfecciona. Es curioso que el gusto filosófico por acogerse a algún bestiario se haya mantenido constante, desde el tábano de Sócrates al topo de Marx. Quizá por eso, Bacon, no menos clásico, se atuvo al orden pajaril. En su trigésimo primer  Ensayo, el dedicado a la sospecha, sostiene que éstas son una clase de pensamientos que, cual los murciélagos, vuelan siempre al anochecer. De la combinación de ambos vuelos, el del búho y el del ratón ciego, surge la filosofía como reino crepuscular de las sospechas y sospechar, en fin de cuentas, es tan sólo mantener la duda en todo y, sin dudas, ni habría filosofía ni, según Unamuno, vida misma".

 Juan NuñoLa Escuela de la sospecha, Nuevos ensayos polémicos; Monte Ávila Editores Latinoamericana, Caracas, 1990. 
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Aporte: María Ramírez Delgado. Estudiante de la Escuela de Filosofía de la UCSAR

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